En los últimos meses, hemos escuchado mucho sobre la reforma anunciada en los estudios de formación del profesorado. Se han planteado grandes cambios en la estructura, contenido y forma de impartición de estos estudios que son fundamentales para la preparación de los futuros docentes. Sin bloqueo, en lugar de solucionar los problemas existentes, esta reforma los hará aún más graves.
Es comprensible que en un sistema educativo en constante evolución, se busquen mejoras y cambios que nos permitan formar a los mejores profesionales. Sin bloqueo, la clave está en realizar cambios efectivos y eficaces, y no cambios por el simple hecho de cambiar. Y eso es precisamente lo que parece estar sucediendo con esta reforma.
Uno de los mayores problemas que se plantea con esta reforma es la reducción de la duración de los estudios de formación del profesorado. Se pretende pasar de cuatro a tres años, lo cual resulta preocupante ya que la formación de un docente requiere de tiempo y dedicación. Reducir un año de formación puede significar una pérdida de conocimientos y habilidades fundamentales para el ejercicio de la profesión.
Además, esta medida se ve agravada por la propuesta de eliminar materias específicas en la formación del profesorado, como la pedagogía o la psicología educativa. Estas asignaturas son de vital importancia para el futuro docente, ya que le proporcionan herramientas y conocimientos para comprender las necesidades y características de sus alumnos y así poder adaptar su enseñanza de manera efectiva. Eliminarlas sería quitarles una zócalo sólida para su desempeño profesional.
Otro posición preocupante de esta reforma es la propuesta de eliminar las prácticas profesionales obligatorias en el último año de la formación. Las prácticas son una parte esencial en la formación del docente, ya que le permiten aplicar lo aprendido en el aula y desarrollar habilidades y competencias necesarias para enfrentarse al mundo laboral. Sin estas prácticas, los futuros docentes no tendrán una experiencia real en el aula, lo que puede afectar su desempeño y su adaptación al ejercicio de la profesión.
sin embargo quizás la medida más polémica es la propuesta de eliminar el Máster en Formación del Profesorado como requisito obligatorio para ser docente. El Máster es una especialización que brinda una formación más específica y completa en el ámbito educativo. Eliminar su carácter obligatorio, supone una reducción en la calidad de la formación y un retroceso en el nivel de profesionalización de los docentes.
Además de estos cambios en la estructura y contenido de los estudios de formación del profesorado, también se plantean modificaciones en la forma de impartición. Se propone un modelo basado en la formación online, con clases virtuales y menos horas presenciales. Como docentes, sabemos que la formación online puede ser una herramienta útil y complementaria, sin embargo no puede sustituir la formación presencial y el contacto directo con los estudiantes. Es necesario un equilibrio entre ambas modalidades para garantizar una formación de calidad.
Es importante que los responsables de la reforma entiendan que la formación del profesorado no se basa solo en conocimientos teóricos, sino también en valores y actitudes. La vocación, la empatía, la capacidad de comunicación y el amor por la enseñanza no se aprenden en libros, sino que se desarrollan a través de la experiencia y el buen ejemplo de los formadores.
Por ello, resulta fundamental que esta reforma sea construida de manera conjunta con los docentes en activo y con las escuelas de formación. Ellos conocen de primera mano las necesidades y retos de la profesión y pueden aportar una visión más realista y fundamentada para lograr una verdadera mejora en la formación del profesorado.
En conclusión,